Desde el
punto de vista más técnico, los lloros corresponden a la entrada en actividad
del sistema radicular por acción de la elevación de la temperatura del suelo,
normalmente cuando las temperaturas superan los 10º de media.
Con el
calor, se produce una activación de la respiración celular, una recuperación de
la absorción de agua y de elementos minerales, así como una movilización de las
reservas, es decir, se expulsa el agua y las reservas almacenadas en el otoño.
El lloro en
sí es un líquido incoloro que asoma por las heridas causadas durante la poda.
La cantidad de líquido que se derrama puede alcanzar hasta los cinco litros por
cepa según el patrón y la edad de la misma, normalmente las viñas jóvenes
lloran más que las viejas.
Desde un
punto de vista poético, el momento del lloro es algo muy especial, algo sólo
apreciable durante aproximadamente dos semanas. Es un lloro de alegría, la
alegría que la planta siente al sentir vida de nuevo, es un lloro de emoción,
ante un nuevo año, es un lloro de vida ante el nuevo reto de poder ser útil, es
pura VIDA.
Han empezado
los lloros la semana pasada, a partir de aquí el ciclo de la vid comienza.
Ver caer las gotas sin parar en un
atardecer, es romántico, reflexivo, alegre, emocionante, tranquilo….
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